Nuestra apuesta por seguir conservando la que ha sido y sigue siendo la mejor madera; la de antaño…
Cuando uno siente que ya ha hecho lo que tenía que hacer, es cuando los astros se alinean a tu favor y te permiten darle esas primeras pinceladas a lo que va a ser el resto de tu vida.
Hacer lo que se debe o lo que se quiere…
He ahí la cuestión.
Puede que el sentido del deber sea demasiado intenso y coloque al sujeto en una situación de abandono de sueños. Puede que la vida, con aparente conformidad, nos posicione en el bando de los que ya han dejado de soñar, pero ni mucho menos. Ella, luz de luces, sólo viaja con nosotros en el tiempo proporcionándonos esas incipientes canas; fiel reflejo del aprendizaje que hemos hecho.
Porque todo tiene su momento. De igual modo que no podemos correr si aún no hemos aprendido a dar nuestros primeros pasos, la misión de vida espera paciente hasta que por fin cogemos el camino correcto, llevándonos directamente a sus brazos.
Jesús, el protagonista de esta historia, ambuló durante mucho tiempo deseoso de encontrar su camino, disgustado muchas veces consigo mismo, atrapado; se creía, cuando en realidad sus 30 años de dedicación al mundo del mueble, le estaban concediendo una maestría.
Esa destreza con los pigmentos, la delicadeza de sus manos tratando todas esas piezas de sus clientes, el entusiasmo por devolverles la vida, no era más que la conciliación con la que tenía que fundirse.
Hacer lo que se debe transformándolo en lo que se quiere.
Convertir su profesión en su pasión, ayudando, además, al planeta.